León
Olofin llamó a León para regañarlo, pero este supo defenderse y le demostró que nunca había agredido a nadie.
–Vas a regresar a la Tierra –le dijo Olofin a León–, pero si alguien te agrede o se mofa de ti, yo te autorizo a que uses tus garras y tus colmillos, y demuestres el ashé que te he dado.
León regresó a la Tierra, dispuesto a no meterse con nadie y a seguir viviendo entre las gentes sin hacer caso de sus burlas y provocaciones.
Pero al tercer día, los envidiosos empezaron de nuevo a sembrar la cizaña y a decir: “¡Qué se habrá figurado! Porque Olofin le dio poder él puede mirarnos a todos por encima del hombro. Lo que hay que hacer es caerle a palos para que no se crea mejor que nosotros.”
Una turba comenzó a juntarse frente a la casa de León. Cuando salió para ver qué pasaba, le cayeron encima con palos y piedras y no tuvo más remedio que defenderse con sus garras, morder, matar y arrancar cabezas y brazos.
Desde entonces León vive en el monte, lejos de todos, y el que quiera provocarlo, tiene que ir hasta allí.
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