lunes, 3 de septiembre de 2018

Patakíes

Existe una rica tradición oral sobre cada uno de los Orishás, sus historias, sus acciones, la relación entre ellos y el por qué de su personalidad. Dichas historias se llaman "Patakis". A continuación podréis leer algunos:

El nacimiento de Eleguá

El rey Okuboro y su esposa Añakí tuvieron un hijo al que llamaron Eleguá. Fue un niño inquieto y juguetón que gustaba de hacer travesuras.

Cuando ya era adolescente, salió un día de paseo con su séquito y al pasar por un terreno donde la yerba estaba muy alta, el príncipe ordenó detenerse, se encaminó a la enmarañada manigua y anduvo hasta un lugar donde le parecía haber visto una misteriosa luz.

Allí encontró un coco seco al que le brillaban dos pequeños ojos y con gran respeto lo recogió, ante el asombro de sus acompañantes, que no entendían cómo un objeto, al parecer insignificante, había logrado apaciguar al inquieto muchacho.


Cuentan que nadie hizo caso al hallazgo del príncipe, por lo cual este lo dejó detrás de la puerta y se encerró en sus habitaciones. Tres días después Eleguá falleció y el coco comenzó a brillar con tal intensidad que todos quedaron sobrecogidos.


Pasado el incidente olvidaron el coco. Sobrevino una cadena de catástrofes naturales, guerras y hambrunas que estaban destruyendo al pueblo. Alguien tuvo el tino de acordarse del coco que yacía olvidado detrás de la puerta del palacio y fueron a buscarlo, pero ya lo encontraron podrido y lleno de insectos.

Acordaron entonces botarlo en el mismo lugar en que el fallecido príncipe lo había encontrado. Cuando lo arrojaron, chocó con una piedra y se partió en cuatro pedazos, dos quedaron con la masa hacia arriba y dos hacia abajo. De inmediato la piedra se iluminó como antes lo había hecho el coco. Los presentes la tomaron con mucho respeto, la llevaron al palacio y la colocaron detrás de la puerta.

Allí recordaron siempre la memoria del príncipe Eleguá y sobrevino entonces una época de paz y prosperidad.




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